Todas las semanas publica el conocido novelista PĆ©rez Reverte un artĆculo en la revista XLSemanal. MĆ”s de una vez ha recibido crĆticas por el contenido de los mismos, a causa de la falta de rigor histórico, deĀ sensibilidad con los problemas socialesĀ y de la completa impunidad de la que parece sentirse dueƱo. Parece creer que puede decir lo que sea, lo que se le pase por la cabeza, por el estómago o por los genitales, no importa. Y la peor noticia para el resto de la humanidad es que su creencia se confirma, no recibe castigo ni condena, sólo pequeƱas voces de reprimenda que siempre quedan misteriosa y fĆ”cilmente acalladas. De manera que su sentimiento de impunidad vuelve a crecer y a hacerse fuerte, entonces PĆ©rez Reverte vuelve a la carga.
Escribir este artĆculo no estĆ” siendo fĆ”cil para mĆ, que durante toda mi adolescencia consideré El Sol de BredaĀ mi novela favorita. Se me ponĆa la piel de gallina cada vez que la leĆa, no me cansaba de repetir pĆ”rrafos ni de llenar mi agenda con frases significativas para mĆ, para el dĆa a dĆa. En mi opinión el novelista escribĆa de forma magistral, conseguĆa trasmitir todo lo que se proponĆa con sus personajes. Yo me enamorĆ© de sus personajes. Pero toda esa admiración y esos sentimientos que recordaba con cariƱo comenzaron a desmoronarse cuando empecĆ© a leer sus artĆculos de XLSemanal. Poco a poco, no de golpe. En algunas ocasiones me esforzaba en perdonar su machismo recalcitrante pensando mucho en mis abuelos, en quienes a veces pude intuir pensamientos parecidos a los que el escritor expresaĀ aquĆ, por ejemplo. Me esforcĆ©, lo cual es triste tambiĆ©n, en no dejar queĀ las voces que criticaban a PĆ©rez Reverte con frecuencia influyeran en mis opiniones. Porque lo admiraba de verdad. Lo habĆa admirado tanto⦠Pero llegó un momento en que tuve que decidir entre conservar mi primera opinión de adolescente o dejar crecer en mĆ una nueva opinión de adulto, consciente de la realidad que le rodea, de los problemas que existen. Y lo mĆ”s responsable y coherente me pareció decantarme por la segunda opción.
Mi nueva opinión sobre PĆ©rez Reverte no se parece en nada a la anterior. Ahora me atrevo a asegurar que el escritor es un ser humano arrogante, ególatra, despreocupado e inconsciente del efecto de sus actos en la sociedad. Porque sobre todo PĆ©rez Reverte es un machista. Un machista con mucho poder e influencia en la gente, especialmente en la gente joven que lee sus escritos como yo lo hacĆa, pero tambiĆ©n en los adultos que encuentran en Ć©l el amparo de los machistas. Un machista con tanto poder e influencia que estĆ” convencido de que por muy inhumano que sea lo que escribe, incluso le van a concederĀ reconocimientos. Y esto lo Ćŗnico que hace es reafirmar en Ć©l la seguridad de que puede hacer lo que sea, decir lo sea. La Ćŗltima gran polĆ©mica en torno a sus palabras fue generada por un artĆculo en el que hablaba de una actriz famosa, Cristina Hendricks, como si fuera una cosa. Un objeto diseƱado para el deleite sexual del ojo repulsivamente vicioso de cualquier joven o viejoĀ machista. Un buen ejemplo es este pĆ”rrafo:
Yo le dirĆa a mi antiguo Ćdolo que cuando uno describe a una persona, no es respetuoso hacerlo en estos tĆ©rminos. Parece algo obvio que el escritor decide pasar por alto. Aunque como reconoce que es una definición sexista, sĆ parece ser consciente de que Ć©l es un machista. TambiĆ©n le dirĆa a PĆ©rez Reverte que, para que una definición sea breve y eficaz, no hay que sacrificar la dignidad de una persona. Hacerlo es algo grave y daƱino y contribuye a perpetuar el sangrantĆsimo problema de la violencia machista. Digo sangrantĆsimo porque es tan sangrante el problema que vemos la sangre a diario. Sin ir mĆ”s lejos la semana pasada un grupo de jóvenes activaron la palanca de emergencia en un metro de Madrid para provocar que acudiese la maquinista al vagón. QuizĆ” la maquinista era pelirroja y tenĆa tetas grandes, Āæpor quĆ© no atraer con una trampa al bonito objeto sexual y disfrutar de Ć©l? Eso fue lo que intentó ese grupo de machistas, quizĆ” lectores de PĆ©rez Reverte o quizĆ” no, lo que sĆ que comparten sin duda es su visión de las mujeres: cosas que pueden ser definidas en función de sus atributos fĆsicos, concretamente los atributos fĆsicos que resultan atractivos a los hombres. Atributos fĆsicos que estĆ”n ahĆ para ser admirados, incluso para ser tocados cuando uno quiere, como hizo el tenista Hamou de 21 aƱos esta misma semana. La reportera Maly Thomas intentaba hacerle una entrevista cuando Ć©l comenzó aĀ manosearla y a besarla, como si ella fuera āalgoā que no tiene nada que decir al respecto. Otro ejemplo de un hombre que percibe a la mujer como un objeto atractivo. DespuĆ©s de estos dos casos que ejemplifican el problema cotidiano de la cosificación de la mujer, volvamos a las crĆticas que recibió el artĆculo de PĆ©rez Reverte sobre su encuentro con Cristina Hendricks. Las reacciones en publicaciones feministas no se hicieron esperar, llegando a definir al propio PĆ©rez Reverte enĀ tĆ©rminos tan ofensivos como los que Ć©l habĆa empleadoĀ para describir a la actriz :
Ćsta es sólo una muestra de todo lo que se leyó al respecto en Internet y que pone de manifiesto lo crispada que estĆ” la gente que lucha a diario contra el machismo, porque todos los dĆas hay batalla. No hay que buscar demasiado, las manifestaciones del machismo en mayor o menor escala estĆ”n en todas partes. Yo cada maƱana me levanto temiendo verlas en mi lugar de trabajo, un instituto de enseƱanza secundaria. Miro las caras de mis jóvenes alumnos y me pregunto quĆ© se les pasa por la cabeza, cómo perciben a las personas del mismo sexo y a las del sexo opuesto. Cómo las definirĆanā¦Yo ya no soy una adolescente con un novelista como Ćdolo, soy una profesora de veintiocho aƱos preocupada por el futuro de las chicas y chicos con los que trata todos los dĆas, preocupada por los referentes que puedan tener para desarrollar su personalidad y crear sus estereotipos. Deseo profundamente que no lean a PĆ©rez Reverte. Pero tambiĆ©n deseo que PĆ©rez Reverte tome conciencia de la responsabilidad que tiene a causa de su posición, de lo que puede llegar a influir con sus escritos en la perpetuación o en la resolución del problema. |
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